Descubriendo Irlanda. Capítulo III

Tras varias semanas sin hablaros de mi país de acogida este año, creo que ya toca seguir haciendo un repaso a esos detalles de la vida cotidiana que me siguen sorprendiendo. Vamos con el tercer capítulo

Llanos de la Rosa

Si os perdisteis o simplemente queréis refrescar los anteriores capítulos, podéis hacerlo aquí y aquí . Retomamos la lista:

7. La limpieza

Os preguntaréis por qué dedico un apartado a esto. Pues para que no os volváis a sentir mal por vuestros hábitos –salvo excepciones-. Empezaré hablando de la higiene personal. ¿Cuántas veces vuestros padres se han peleado con vosotros para que os lavéis los dientes después de cada comida? Si sois poco amigos del cepillo de dientes, veníos a un país anglosajón. ¿Qué es eso de lavarse la boca solo una vez al día y que esa ocasión sea, a menudo, antes del desayuno? Sin sentido. En la mayoría de familias españolas, es costumbre bañar a los niños a diario. Pocas cosas hay tan sucias como uno al final del día – tierra, plastilina, restos fecales o de pipí en su ropa interior…- Bueno, pues aquí parece que todo eso poco importa -no generalizo, solo hablo de lo que he oído y vivido-.

¡Casi lo olvido! Algo que me llamó mucho la atención es la inexistencia de servilletas durante las horas de la comida. Primero pensé que era cosa de la casa donde estoy, pero al comentarlo con más gente extranjera, supe que es algo general. Como mucho, les verás usar un trozo de rollo de cocina.

En cuanto a la limpieza doméstica. No es tan “deficiente”, pero tampoco es como a la que estamos acostumbrados. Los descuidos son más frecuentes y la fregona les debe parecer un invento demasiado español e impopular. La aspiradora es su gran aliada para todo, eso sí.

8. El té

Pues sí, es lo que os imagináis: té a todas horas, incluso como bebida en el almuerzo. Antes de venir, a mí ya me gustaban algunos tipos y, reconozco, que aquí tomo bastante. Eso sí, lo de tomarse uno a una hora de irse a dormir, todavía no lo he superado, así que, hasta que mi cuerpo deje de desvelarse, procuro dejarlo para otras de las tantas horas a las que se toman una taza.

Un consejo, si venís por Irlanda, por mucho que no os guste el té, es mucho más preferible que tomarse un café. O lo que ellos llaman café. Si queréis mantener vuestros estómagos y paladar a salvo, evitadlo.

9. El tiempo

Pensaréis, “¿para qué dedica un punto a esto, si todos sabemos que en Irlanda solo llueve?”. Porque estamos todos equivocados. De hecho, mientras escribo esto, el sol está fuera. Cuando llegué, me advirtieron de que septiembre era el mes de diluvios por excelencia, luego vendrían otros tipos de lluvias. No fue así. Apenas llovió ese mes y el siguiente. Todo el mundo que me conocía bromeaba con que me había traído el buen tiempo de España –como si en nuestro país viviéramos continuamente con sol y 24 grados en todas partes. Un invierno les hacía yo pasar en Albacete-. Pero noviembre llegó, y con él las famosas caídas de agua. La lluvia en Irlanda tiene la particularidad de ser impredecible. Un día te levantas con todo el cielo despejado y a la hora siguiente todo está inundado. Al revés rara vez pasa, si está nublado, sabes que antes o después va a caer algo. Aunque sí que se dan claros. Lo más curioso es cuando llueve en la parte delantera de la casa, pero no en la trasera, por ejemplo. En cuanto al tipo de lluvia, en la misma hora puedes tener cuatro distintas: apenas imperceptible –calabobos-, cortina de agua con gotas finas, o intensa; de las que te calan hasta los huesos para una semana. Pero, lo peor no es la lluvia. No, lo peor es el viento, que es el que te impide usar paraguas, andar normal, abrir los ojos sin que te lloren o no morir de frío. Así que, si venís por aquí, podéis prescindir del paraguas y mejor venid con un chubasquero y bien abrigaditos.

Como veis, sigo sin hablar de  algunos temas más delicados como política -de momento solo me he atrevido con la religión-. Os informo que estoy leyendo mucho sobre el tema para explicaros ese aspecto lo mejor posible. Pero será otro día 😉

Imagen destacada: la prueba de que a veces sale el sol, sin filtros.

2 comentarios en “Descubriendo Irlanda. Capítulo III

  1. La foto es realmente preciosa.
    La parte del té es alucinante. Cuando estuve en Chichester compartíamos edificio (porque cada habitación estaba en un piso) con una inglesa y cuando la vi beber agua caliente no pude evitar abrir la boca como en los dibujos.
    Lo de la higiene ya lo había escuchado, debe ser por el frío pero como yo he convivido mayormente con extranjeros en Inglaterra sí que teníamos peleas por agua caliente y ducha matutina.
    Y sobre el tiempo, un puente de diciembre se nos ocurrió ir Liverpool y fue un viaje bastante mejorable (por ser políticamente correcto) porque apenas podías estar en la calle y en seguida nos quedamos sin cosas que ver o hacer. Y eso que yo soy de conocer los sitios exhaustivamente.
    Me encantan tus entradas sobre el país y sobre cualquier cosa así que espero que escribas otra pronto 🙂

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    • Yo sigo creyendo que lo del clima para la higiene es una excusa. Aquí las casas están mucho mejor preparadas para el frío, además, que nosotras no vivimos precisamente en Canarias, nuestra ciudad también es fría.

      Yo al final me he hecho de té, porque el café aquí es imposible. Aunque en cuanto vuelva, me saciaré y me quitaré el mono.

      Y con el tiempo… hay que armarse de paciencia y saber que tampoco te lo puedes poner siempre de excusa, porque si no, no harías nada. Yo ya me he acostumbrado a decir que «hace buen día» cuando no llueve (aunque esté nublado). Ya un día «estupendo» es en el que no llueve y no hay nubes, aunque un frío helador.

      Gracias por comentar, una vez más 😉

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